BASURA HACIA DENTRO, BASURA HACIA FUERA

                                               

Existe un término en inglés que es "Garbage in, garbage out" (basura dentro, basura fuera) y que procede del mundo informático.  En dicho entorno significa que si tu a una máquina le metes datos erroneos lo que obtienes son barbaridades, y es que no hay que olvidar que un ordenador es un sistema lógico.

Hoy en día que las nuevas tecnologías invaden todas las tareas de nuestra oficina el “garbage in garbage out” adquiere mucho sentido.  Las empresas gastan mucho dinero en adquirir el mejor software del mercado y en contratar a los mejores programadores que traduzcan en bits las necesidades de la empresa.  Lo que pocas veces se plantean es ¿quién es el que determina las necesidades que debe cubrir el software que se va a comprar?.  Por desgracia ahí es donde entra en juego el “garbage in” o basura dentro.  Cuanto más completa es una aplicación permite un mayor número de ajustes a nuestros requerimientos.  Estos ajustes los lleva a cabo el personal que generalmente pone a disposición del cliente la empresa que vende el programa.  Ahora bien si los encargados de transmitir lo que la empresa quiere obtener de las nuevas tecnologías desconocen las necesidades del día a día de la oficina lo que obtendremos es “garbage out” o basura fuera.  Es entonces cuando aparecen los problemas.  Los usuarios del programa que no suelen tener voz ni voto en las herramientas que usan se encuentran entonces con que aquel maravilloso programa que les iba a ahorrar tiempo se convierte en una pesadilla que entorpece más que ayuda. 

Es la trampa de las nuevas tecnologías. Si al ordenador no le dices exactamente lo que quieres y en su lenguaje, lo que te suelta es una patada.

Pongamos una empresa que compra un programa informático para que realice las nóminas de los empleados.  La empresa no solo quiere que elabore las nóminas sino que se obtenga un recibo para entregar al trabajador.  El programa resulta tan bueno que realiza todo tipo de virguerías que le pide el director de turno:  corrige errores del mes anterior, paga atrasos... El problema es que el recibo que se entrega al empleado está lleno de sumas y restas.  Un recibo de salarios debe de ser claro, con conceptos fácilmente identificables.  Si los datos que se le dan al programa informático son claros el resultado es claro.  Si la información introducida se hace de un modo arbitrario porque en su momento no se supo transmitir el orden que el programa exigía el resultado no va a poder ser claro y ordenado.  Recuerda, si metes basura obtienes basura.

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