NUNCA TRABAJES

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Con esta frase de Guy Debord comienza un libro imprescindible para los que trabajamos en una empresa.  El libro se dirige a los que trabajan para la empresa privada pero sucede que, por desgracia, la empresa pública ha ido adoptando todos los vicios y ninguna de las virtudes de la empresa privada, así que lo escrito por Corinne Maier en “Buenos días pereza” también es aplicable a los que trabajamos para el sector público.
Cualquiera con inquietud, creatividad, ilusión, ganas de hacer las cosas bien... se siente identificado con la idea de Corinne de que trabajar es un proyecto precioso pero difícil de llevar a la práctica.  Y ¿qué es lo que hay que hacer cuando llegamos a esa conclusión? La autora nos da unas cuantas ideas todas ellas buenas.  Y es que una vez que descubres que la empresa para la que trabajas se ha aprovechado de ti, te ha exprimido sin darte nada a cambio, lo que mejor puedes hacer es sacar tú provecho de ella.  Para ello lo primero que hay que hacer es desvincularse del trabajo, aquello de volcarse a fondo en lo que haces pasó a la historia; de hecho hay un montón de cosas interesantes a las que dedicar tu tiempo (herrar caballos, practicar yoga, hacer compost para tu jardín...). 
Nadie se ha preguntado por qué se insiste tanto en la necesidad de motivar a los empleados.  En otros tiempos los trabajadores iban al trabajo y punto.  Como es normal alguien se ha dado cuenta de que a nadie le apetece ir a trabajar.  Pero ante tanta hipocresía se puede dar un paso adelante y decir:  -¡BASTA! Quiero desvincularme de todo este tinglado.  Además contamos con la ventaja de tener unos jefes incompetentes y mediocres que no se van a percatar de tu cambio de actitud.
Cuando uno es joven se va al trabajo con ilusión pero la propia empresa se ocupa de ir minando el ánimo de sus trabajadores. Y es que los intentos de motivar de los que hablábamos se contradicen con todo lo demás:  ascenso de enchufados, el que mas cobra no es el que más trabaja, el reparto de la superficie de oficinas no es democrática, te piden iniciativa pero si no es lo que les interesa no es bienvenida, etc.  Cuando te percatas de todo esto es cuando decides que lo único que te hace acudir a la oficina es:  EL DINERO.  Y es que si el trabajar fuese tan estimulante como algunos nos quieren hacer creer todos trabajarían gratis.
Aunque nos quieran hacer creer que la empresa es democracia pura y en la que todo el personal puede aportar su opinión ten en cuenta que cuando exista un conflicto la que gana siempre es la empresa.  Cuántas veces hemos visto a un empleado débil ser aplastado sin misericordia mientras los Sindicatos observan sin inmutarse su agonía; bastante tienen los sindicalistas con mantener su estatus de liberados sindicales que les permite pasearse por el centro de trabajo observando cómo otros realizan el trabajo que ellos deberían desarrollar.
Algo muy importante que debes aprender para alcanzar el nirvana personal es que en la empresa se vive de apariencias, los que no saben hacen que saben, los directivos van muy trajeaditos, los jefes hablan con condescendencia a sus subordinados aunque en el fondo les están dando una patada...  Lo mejor que puedes hacer es empezar a aparentar tú también, aparenta que no sabes, aparenta que te caen bien tus jefes, aparenta que no te enteras de nada y, sobre todo, aparenta que te mueves.  El movimiento es un concepto muy importante para la empresa.  Los jóvenes gustan más porque se mueven.  Si ya has pasado la barrera de los cincuenta se supone que ya has visto de todo y que eso te hace tomarte las cosas con calma y la calma no vende.  Si alguna vez has ido al gimnasio y has visto a ese tipo que va de aparato en aparato y que además de hablar y prepararse no hace otra cosa, esa es la postura que hay que tomar.
En lo que se refiere a las nuevas tecnologías de la información que era la que nos iba a solucionar todos los problemas..., ¡olvídalo!, como bien ha dicho el Premio Nóbel de Economía, Robert Solow, sí que han sido útiles para aumentar la productividad, pero sólo del sector de la informática.  Por no hablar de toda la palabrería que nos ha inundado (firewall, ad hoc, html...) cuyo único objetivo es hacernos sentir más tontos de lo que somos.  Lo único positivo que podemos extraer de la informática es la posibilidad de navegar en Internet para conocer que tiempo hará el fin de semana o cómo ha quedado Renée Zellweger tras su última operación de estética.
Todos estos sabios consejos nos pueden llevar a preguntarnos ¿y donde está la ética?.  Es sabido que la ética es muy aireada por las empresas.  No nos engañemos, cuanto más ostentación se hace de ética menos se tiene.  Además, que conste, todo esto no lo digo yo sino Corinne Maier.