TOP SECRET

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Hay pocas cosas que creen peor ambiente en la oficina que los secretos.  La imagen de empleados cuchicheando detrás de las puertas es de otra generación, pero aún hoy vemos algún que otro caso.  Y digo que es de otro tiempo porque los jovenes alimentan el comportamiento contrario al secretismo.  A la gente joven de hoy le gusta compartir con el resto de la humanidad todos los aspectos de su vida ya sean opiniones, fotos o noticias. No se guardan la información para sí como ese bien preciado que otro puede quitarles.  Los que no crecimos con whatsapp, facebook, twitter... mantenemos ese afán de guardarnos la información como medio para obtener una ventaja sobre el resto.  ¡Qué equivocados andamos! Porque a fin de cuentas en un ambiente de trabajo no debería existir nada tan secreto que debieramos esconder, a no ser que se trabaje en un Servicio de Inteligencia tipo la CIA, y es que muchos de nosotros más bien estamos en la TIA, aquella agencia en la que trabajaban Mortadelo y Filemón y en la que todo lo que ocurría era un puro disparate.
Los secretos de oficina son de muchos tipos:  la empleada que está liada con el jefe, la clave informática para realizar algún proceso, cómo desatascar la impresora, el parentesco con el jefe del nuevo (enchufado),etc.  Los secretos nos hacen sentirnos importantes, poseedores de algo que el otro no tiene.  En nuestra ignorancia no vemos más allá, porque muchas veces el poder que creemos tener no existe.  Y es que resulta que el lío del jefe lo sabían todos, nadie quiere conocer esa clave porque así en su ausencia no tienen que realizar el proceso y ¡qué demonios! Desatascar la impresora es un engorro.  Nos creíamos muy listos y no lo eramos tanto, por eso si un día su jefe llega a la oficina y le dice:
- García, voy a darle un ascenso, pero no diga nada todavía.
Póngase en lo peor.  Puede ser que no se merezca el ascenso y su jefe le vaya a pedir algo a cambio.  Puede ser que otro se lo merezca más que usted y si se entera de que se lo van a dar todavía puede hacer algo, una vez hecho ya se sabe... lo hecho, hecho está.  Pero también puede ser que el ascenso sea merecidísimo y que su jefe sea un payaso que le gusta darse importancia y en ese caso le doy un consejo: ¡GRÍTELO A LOS CUATRO VIENTOS!, porque los jefes van y vienen y los compañeros duran algo mas y se las saben todas