La confianza en los demás

                                        

Hoy no me queda más remedio que referirme al accidente aéreo que ocupa todas las portadas de los periódicos y todas las conversaciones del café.  Cuando se empezó a conocer que el vuelo que salió desde Barcelona con destino a Düsseldorf se había estrellado por deseo del copiloto se nos heló la sangre.  Nunca antes se había dado en Europa tal circunstancia y no se esperaba un acontecimiento así sin la reivindicación de algún grupo terrorista por medio, cosa que según pasaban las horas no tenía lugar.  A partir de ahí ya se sabe como somos los humanos:  especular, especular y especular.  Que si el copiloto tenía depresiones, que si lo dejó su novia, que si le iban a quitar la licencia de vuelo porque no veía bien...  Queremos explicar lo inexplicable.  Una de las pistas de sus motivaciones es una baja médica hecha pedazos que apareció en la papelera de su casa.  Y ahí es donde yo quería llegar.  Son muchos los comentaristas televisivos que se llevan las manos a la cabeza y dicen no entender cómo es posible que una persona de baja medica pueda seguir trabajando. 
En primer lugar la baja médica es un derecho y no una obligación.  En España cuando una persona va al médico este valora su estado de salud y le receta unos medicamentos, en principio el médico no tiene porque saber si dicho enfermo trabaja o no.  Suele ser el propio enfermo el que le indica que no se encuentra con fuerzas para trabajar y le solicita la baja médica.  La cosa cambia si el médico al que acude es un médico de la Mutua de accidentes de trabajo y enfermedad profesional, en este caso ya se presupone la vinculación con una empresa para la que trabaja.  Hablo de España que es lo que conozco porque en otros países europeos desconozco cómo funciona.  En España una persona puede estar enferma y seguir trabajando sin problemas.  En el caso de que el médico, por el motivo que sea, le haya extendido al trabajador una baja laboral es cierto que sucede como al copiloto del que se habla, si no entrega la copia de la baja a la empresa, esta no tiene forma de saber que ese trabajador no está capacitado para trabajar, pero esto es así durante un corto periodo de tiempo ya que hay una tercera copia del parte de baja laboral que el médico envía a la Inspección de la Seguridad Social que a su vez espera la notificación de la empresa de que dicho trabajador está de baja.  Dicha notificación puede tardar tres días de modo que el control no es inmediato y puede pasar una semana antes de que la Inspección reaccione.  Por otro lado como decía al principio la baja laboral es un derecho y por eso no se presupone que alguien al que se le recomienda no ir a trabajar acuda al trabajo, por eso la Inspección en caso de que la información enviada por el médico y la empresa no coincida envía una carta al trabajador para que aclare su situación. 
Efectivamente una sociedad como la nuestra en la que todos dependemos de todos no se basa en la desconfianza.  Si así fuera no nos atreveríamos a subir al autobús por miedo a que el conductor lo estrelle, no comeríamos el pan por miedo a que el panadero lo envenene, no acudiríamos al dentista por miedo a que nos infecte con una jeringuilla usada...  Y pongo adrede este último caso porque se ha dado y nadie ha dejado de ir al dentista ni se han aumentado los controles de seguridad a los mismos.
La cuestión es que a raíz de este triste acontecimiento se cuestiona desde los exámenes médicos y psicológicos a los pilotos de aviación hasta el número de pilotos que debe de haber en una cabina por si a uno le da un arrebato.  Es querer controlar lo incontrolable.  Una vez que ha sucedido la desgracia se quiere tranquilizar a la población garantizando que no va a volver a suceder y eso es imposible
Seguramente que muchos recuerdan lo que pasó en Madrid hace unos años con una médico que estaba realizando el M.I.R. (médico interno residente), lo que es la especialización en un hospital.  Un buen día cogió un cuchillo y se dedicó a matar al que se cruzaba en su camino por el hospital.  Mató a varias personas, dejó heridas a otras tantas y bajo tratamiento psiquiátrico a no pocas.  Fue una situación espeluznante.  Después de que tuvo lugar la carnicería se supo que la médica en cuestión hablaba sola, escribía en el ordenador apagado y decía que la estaban espiando. Estas actitudes las observaban sus compañeros que no eran personas de a pie sino médicos y enfermeras y hasta la fecha en la que empuñó el puñal la médica acudía al hospital como una más y nadie cuestionó su capacidad para desempeñar las tareas médicas. 
Hay que tener en cuenta que la de médico o piloto son profesiones que necesitan de gran tesón y capacidad de trabajo y no es fácil que si llegas ahí alguien vaya a cuestionar tu derecho a continuar porque tengas algunas rarezas.  No nos engañemos, el diagnosticar una enfermedad de la mente es difícil.  El determinar que estás deprimido lo ve cualquiera, pero la depresión es una enfermedad muy común que según la OMS vamos a padecer uno de cada diez en algún momento de nuestra vida.   En cambio la esquizofrenia, por ejemplo, supongo que al principio haces cosas raras pero, quién no las hace.  Si alguien me preguntase si se podría haber evitado lo que sucedió con aquella médica en el hospital madrileño yo diría que no y voy a explicar por que.  En mi trabajo debo tratar con médicos a diario y hay uno o dos a los que sí de mi dependiese no les dejaría ejercer.  Hace años eran tres pero al tercero se le cogió en una situación comprometida y se le invalidó para la profesión.  Y tengo que decir que mucho antes de que se le invalidase, y de la noche a la mañana, empezamos a observar comportamientos que mis compañeros encontraban graciosos y que a mi personalmente me parecían preocupantes.  Por ejemplo, en una ocasión pasó la consulta en bañador y chanclas porque venía de la playa; por supuesto no se va a echar a nadie de la profesión por semejante cuestión.  Pero a partir de ahí su comportamiento dejó de ser normal.  Ya, ya, muchos dirán y, ¿qué es normal? Efectivamente, ciertos comportamientos que parecen indicar enfermedades de la mente son tan vagos que nadie se va a atrever a esgrimirlos como justificante para echar a alguien de su profesión y eso incluso sabiendo que quizás un buen día nuestras vidas como compañeros de trabajo puedan correr peligro.

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