Renunciar para ser feliz

             

Daniel Norris es un jugador de beisbol en el Toronto Blue Jays, tiene 21 años, gana casi dos millones de euros y vive en una furgoneta volkswagen westfalia 1978 en el aparcamiento de un supermercado.

El que alguien viva al margen de las convenciones sociales nos parece raro.  Lo que tomamos como normal, porque está bien visto, porque lo hacen todos los que tienen dinero y porque pensamos que aporta bienestar físico es ser rico y vivir en una mansión inmensa.  Sin embargo no siempre es así y muestras de desequilibrio emocional entre los habitantes de las grandes mansiones hay muchas.  Divorcios, depresiones, adicciones o suicidios de personas con grandes fortunas pueblan la prensa diaria.
La decisión de Daniel puede parecernos una excentricidad pero la explicación que él mismo da nos demuestra que no es así:  “El lanzamiento me exige repetición y exactitud, la caravana es libertad”.  En esas palabras está la clave para entender por qué vive en su furgoneta, eso le da libertad.  Y es que cuanto menos necesitamos somos más libres, cuanto más nos movemos somos más libres.  El ponerte al volante de un automóvil y hacer kilómetros te hace sentirte libre.  Si pensamos en la vida de gente que llega joven a la fama y se instala en una gran mansión organizando fiesta tras fiesta se nos hace fácil imaginarlos rodeados de un montón de amigos que no se sabe si lo son de verdad o por puro interés y, muchos de los cuales, cuando se acabe la fiesta y empiecen los problemas desaparecerán en un abrir y cerrar de ojos.
No voy a negar que el hecho de ganar un montón de dinero te supone un colchón que te aporta gran tranquilidad.  Lo difícil es tener mucho dinero y tomar buenas decisiones, decisiones que te hagan sentirte a gusto contigo mismo a largo plazo.  Es mucho más difícil renunciar que coger y todos deberíamos aprender a renunciar a aquello que no nos satisface, que aunque esté bien visto por la sociedad a nosotros personalmente nos suponga una carga adicional.  En el vídeo que acompaña a la noticia comprobamos que Daniel no necesita mucho para ser feliz, que se calienta el café en un hornillo y hace ejercicio en la barra que sostiene los carros del supermercado, se baña en un arrollo, hace surf y por la noche lee un libro iluminado con una linterna.  ¿Es que él no necesita mucho o es que nosotros necesitamos demasiado?  Quién no se ha parado alguna vez a pensar en todas las cosas inútiles, caras y superfluas que compramos al cabo de nuestra vida.  Si vivimos en un piso de ochenta metros cuadrados consideramos que ciento veinte sería mucho mejor, si tenemos un baño pensamos que necesitamos dos y ¿quién no tiene dos o tres vajillas?  Claro que cuando saco este tema siempre hay quien me dice que si no se consume la economía se hunde.  La economía nos va a hundir a todos, no porque dejemos de ser consumidores compulsivos, sino porque está mal pensada.  La economía debería anteponer el cuidado del medio ambiente, la igualdad entre las personas o la educación para todos a otros intereses que son los que rigen la economía.  Así que dejemos ya de sentirnos esclavos de la economía y seamos libres para elegir cómo queremos vivir y hagamos las renuncias que sean necesarias para ello.
Yo creo que esta noticia debería aparecer con un titular como:  “Muchacho superdotado sabe lo que quiere con veintiún años” y no como la de un tío raro que a pesar de ser millonario vive en una furgoneta.  En la sociedad en la que vivimos se nos pone como ejemplo y se considera un superdotado solamente a aquel que saca una oposición a abogado del estado con veintiséis años y se ha pasado la vida encerrado en casa estudiando.  Curiosa manera de ver las cosas.

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