24 HORAS/7 DIAS

Judy Garland murió joven

En su libro "24/7" Jonathan Crary, profesor de Historia de Arte moderno en la Universidad de Columbia de Nueva York, nos alerta de una vida sin pausas ni descansos a la que nos ha abocado el capitalismo.  24/7 significa 24 horas al día y 7 días a la semana en los que trabajamos sin descanso, compramos, nos comunicamos, relacionamos, jugamos...todo ello sin pausa porque la sociedad en que vivimos nos exige funcionar de continuo.  Y no sólo eso, sino que además nos obligan a sacar rendimiento de todas esas ocupaciones.  Sólo una actividad se libra de esta homogeneización de nuestro tiempo y es el sueño.  El sueño escapa a los designios de ocupación y rendimiento constante de nuestro entorno.  Por suerte seguimos durmiendo algunos a pierna suelta y otros gracias a las pastillas.  Podríamos decir que nos obligamos a ese descanso que aún no ha sido mercantilizado por el capitalismo.
Cuando oigo hablar de las guardias de 48 horas que realizan los médicos durante el fin de semana algo se revuelve dentro de mí.  ¿De verdad se puede realizar una actividad durante 48 horas?  La realidad es que no se puede, gran parte de ese tiempo el médico en cuestión se lo pasa durmiendo, lógicamente; sin embargo esa actividad se cuantifica y se remunera como si de trabajo constante se tratara. ¿No resultaría más conveniente reconocer que el ser humano necesita descanso y contratar a varias personas para cubrir ese período de trabajo?  ¿Hay alguien que de verdad crea que se puede realizar un trabajo durante 48 horas sin descanso? Pues sí, nos creemos superhombres y supermujeres capaces de trabajar y divertirnos sin descanso, o por lo menos eso es lo que se espera de nosotros.  Existen numerosos problemas asociados a esta frenética actividad, uno de ellos es el consumo desmesurado de todo tipo de drogas, entre las que se encuentran numerosos fármacos que no son tales ya que no curan una enfermedad sino que ayudan a reducir al mínimo la ansiedad, las preocupaciones, el descanso y, en definitiva, todo aquello que es intrínseco a la raza humana y que se interpone entre la persona y la actividad frenética impuesta por el capitalismo.
Siempre me llamó poderosamente la atención la historia de Judy Garland.  En los años treinta ella era una jovencísima actriz que trabajaba sin descanso, pero también era una niña y tanta responsabilidad la ponía nerviosa; en su entorno encontraron la solución para que durmiese tranquila (el necesario descanso) en suministrarle unas pastillas para dormir, el problema surgió a la hora de madrugar ya que los rodajes comenzaban a las cinco de la mañana, pero eso también se solucionó con otras pastillas que la espabilaban.  Judy Garland murió joven y enganchada al alcohol y a las drogas, fue un primer ejemplo y a la vista de todos de lo que la vida moderna nos deparaba. 
Este modelo social 24/7 tiene un coste humano.  La sociedad nos quiere convencer de nuestra fortaleza y nuestra capacidad, nos quiere extraer hasta la última gota de nuestro talento, pero el ser humano es frágil, el individuo necesita descanso, pausas y cierta quietud para vivir.  El problema es que este descanso resulta demasiado caro para la actual economía global.  Para mantener la actual economía capitalista debemos ser excesivos en todo:  trabajando, comprando, consumiendo, viajando, haciendo amistades...  Si el día tiene 24 horas a alguno no le llegan para todos los objetivos en términos de rentabilidad que se plantea.  Toda actividad debe resultar rentable, incluido el ocio.  Mi madre solía tejer jerseis para entretenerse, hoy en día si tejes bien tu obligación es intentar vender el producto de tu creación para sacarle una rentabilidad a la tarea.  Si te gusta correr debes presentarte a competiciones en las que puedas demostrar lo que vales.  El disfrute por el disfrute está en desuso.  La educación también se ha mercantilizado, ha de ser rentable, se debe traducir en su valor financiero.  Los padres de las criaturas se ven así abocados a una lucha incansable proyectando unas expectativas exageradas en sus retoños.  Ya no se espera que sean felices, sino que consigan el éxito económico y profesional.  Nada de enseñarles a disfrutar de la naturaleza, pues no resulta productivo.  Como consecuencia de ello en el colegio de mis hijas el campamento de verano ha sido sustituido por un curso de inmersión al inglés, es más rentable aprender inglés que disfrutar de los árboles, los pájaros y los ríos. Sólo la inútil tarea de dormir permanece como un reducto ancestral de lo que fuimos, seres humanos, y que no encaja con lo que se espera de nosotros que seamos, máquinas de producir, consumir e incluso ¿disfrutar?

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