¡MI QUESO!


                          
¿QUIÉN SE HA LLEVADO MI QUESO? de Spencer Johnson, es un libro de autoayuda.  Es un libro cortito y ligero por lo que se lee rápidamente.  Comienza con una parábola y sólo con leerla ya se saca una enseñanza de vida importante.  La parábola trata sobre dos ratones y dos liliputienses que alguien coloca en un laberinto para que busquen queso para alimentarse.  Tras correr por el laberinto encuentran el queso en una esquina y se quedan allí a vivir dado que es donde pueden comer rico queso hasta hartarse.  Con el tiempo el queso se acaba y ahí está el quid de la cuestión.  Ante la falta de comida los ratones que son más simples y solo cuentan con su olfato, salen corriendo por el laberinto en busca de más queso; en cambio los liliputienses que cuentan con un cerebro más complejo y son muy inteligentes se quedan allí preguntándose ¿qué ha pasado con mi queso?, ¿cómo es que no nos dimos cuenta de que se acababa?, ¿alguien volverá a dejar queso aquí?, etc. 
Con los años pasa una cosa curiosa, lo que debería ser una vida sosegada en la que disfrutar los frutos recogidos tras años de esfuerzo, se vuelve un correr sin parar de una esquina a la otra del laberinto en busca de nuevo queso. Y esto me parece que es una característica de las sociedades actuales. Yo vi como mis abuelos llevaban una vida tranquila con el dinero que habían ganado y sin grandes complicaciones adicionales. En cambio, miro a mi alrededor y en los diversos laberintos de la vida, no hay queso que permanezca en su esquina. Tengo amigos que se quedan sin su trabajo, amigas que pierden a su pareja, hay quien por motivos laborales debe cambiar de ciudad, nos volcamos tanto en la crianza de los hijos que cuando se van de casa es como si se llevasen todos los quesos del mundo… Así que la vida avanza y, en lugar de ir aposentándonos, unos y otras corremos a por el queso, en una búsqueda frenética. A veces te preguntas, ¿dejaré de correr de un lado para otro en algún momento? No digamos ya cuando en las noticias salen esos adorables ancianos a los que les quitan su casa. ¿Se puede con setenta y tantos años conseguir un nuevo hogar? La idea del queso es buena, se trata de no permanecer lamentándose en una esquina y actuar, pero tengo mis dudas de que no llegue un momento en el que des un puñetazo en la mesa y digas ¡Por Dios, que pongan el maldito queso en la misma esquina, que ya no puedo más!

 

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