AL QUE MADRUGA DIOS LE AYUDA

Amanecer

Qué bueno sería poder hacer con tu vida lo que más te guste y si te consideras noctámbulo sería estupendo vivir de noche y dormir de día.  Por desgracia en la mayor parte de los trabajos, te guste o no, te toca madrugar, así que mejor buscarle el lado positivo a levantarse temprano.
Empecemos diciendo que madrugar es lo mejor para nuestro organismo como animales que somos.  Si tienes un hamster en casa habrás observado que duerme de día y se pone a correr como un loco en la rueda de noche.  Yo lo supe el primer día que mi hija pequeña salió de su habitación en plena noche y llevó la jaula del hamster a la cocina para poder dormir.   Pues al igual que un hamster es nocturno, los humanos somos diurnos, nuestros ojos y el resto de nuestros órganos están adaptados para desarrollar plenamente su actividad durante las horas de luz. Aunque resulte un pelín cursí, una buena razón para levantarnos a primera hora de la mañana es el pensar que hay todo un día por delante para vivir y disfrutar de las pequeñas cosas que nos gustan.  Nada como el amanecer para tener ese sentimiento de que un nuevo día nace.
Si se tiene una ligera tendencia a la melancolía, durante la noche, todo se ve más negro, los problemas se magnifican y nada tiene solución.  Mejor entonces acostarse temprano y dejar que la mente repose para ver las cosas con mayor claridad con la salida del sol.
Otro motivo es que para madrugar a gusto hay que acostarse temprano.  Esto es así para la mayor parte de los mortales.  Es verdad que hay excepciones como Napoleón o Margaret Thatcher a los que les bastaba con dormir cuatro horas.  Para los que somos normales ocho horas de sueño es lo ideal.  El irnos a la cama a una hora razonable como puede ser las diez conlleva también cenar a una hora razonable como puede ser las ocho o las nueve.  Gracias a eso vamos a notar otro de los beneficios de madrugar tras haber dormido lo suficiente y es que nos levantaremos con hambre y ganas de desayunar.  Está de moda decir que el desayuno es la comida más importante del día, y aunque esta moda cambie es verdad que es lo primero que ingerimos antes de lanzarnos a nuestra actividad diaria y sólo por eso merece la pena cogerla con ganas.
Otro beneficio del madrugón es el poder tomarte las cosas con calma.  Aquí en España somos poco de eso, pero en países como Inglaterra resulta común ver a los niños pequeños  jugando tranquilamente a las seis de la mañana antes de ir al colegio.  Nada que ver con los quince minutos que yo tenía para asearme y vestirme antes de salir corriendo sin desayunar a coger el bus para el colegio.  El despertarse con tiempo suficiente para desayunar con calma y salir dando una paseo, andando o en bicicleta y, si no queda más remedio, conduciendo relajadamente hasta el colegio o la oficina es un lujo que todos podemos permitirnos.  El resultado va a ser que empezamos la jornada relajados y de buen humor y no alterados por las prisas, los atascos, la falta de aparcamiento...
Para los más madrugadores que sirva como sugerencia que un poco de ejercicio, como por ejemplo salir a correr veinte minutos antes de comenzar la jornada, hace que el cuerpo libere endorfinas, esas sustancias que nos producen bienestar general para el resto del día.  A cualquiera que sea aficionado a las novelas de detectives y recuerde a Kinsey Millhone, la investigadora creada por Sue Grafton, le vendrá a la mente como diariamente a las cinco de la mañana la incansable detective se lanza a correr cinco kilómetros.  A pesar de que Kinsey es uno de mis personajes favoritos aún no he conseguido emularla, pero quien sabe... nunca es demasiado tarde.

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