Tablet a los 2 años



Entre los muchos engaños de los que somos víctima el de la educación es de los más peligrosos.  En pos de la modernidad las nuevas políticas en educación quieren terminar con enseñanzas clásicas como la Filosofía para dar mayor peso a asignaturas como el inglés o la informática.  Leo en el periódico local que van a dar tablets en el municipio a los alumnos de 2 a 3 años y por supuesto el proyecto está avalado por los políticos municipales que han soltado perlas como la siguiente:  “El proyecto se enmarca en el contexto del nivel que queremos dar a la escuela pública, una escuela de calidad, de excelencia, que empieza en la edad temprana en adelante, con nuevos métodos y sistemas».
Sin ser una experta en educación la medida me parece preocupante.  No soy capaz de convencer a mi hija de 14 años para que deje ni cinco minutos su móvil y eso que sólo lleva un año con él.  A mi hija pequeña le compré el móvil a los 13 años y a la mayor a los 15, ambas son adictas al móvil, pero la pequeña muchísimo más, lo que achaco a la precocidad con la que empezó a utilizarlo.  Esta es mi experiencia personal, pero por lo que hablo con otros padres a todos les sucede lo mismo. Cualquier padre que sufra la “necesaria tecnología” en manos de un adolescente creo que estará de acuerdo conmigo en que cuanto más tarde se les ponga estos dispositivos en las manos mucho mejor.  No en vano los grandes cerebros de Silicon Valley llevan a sus vástagos a colegios en los que exclusivamente se utilizan pizarra y lápices; ellos son los que mejor saben que antes de los 14 años el cerebro necesita otros estímulos que no sean ordenadores, tablets, smartphones...  Por supuesto aquí entramos en la cruda realidad, el que tiene mucho dinero puede escoger la mejor educación para sus hijos, y el resto tenemos que conformarnos con lo que hay, que no es lo mejor aunque intereses económicos y políticos quieran vendérnoslo como tal.
Lo que aún resulta más preocupante es la explicación que Nico Hirtt (fundador de APED “Appel pour une Ecole Democratique”) da a esta tendencia generalizada a introducir en los colegios la tecnología.  Nico Hirtt justifica este interés en motivos económicos.  La excusa perfecta que nos da la Comisión europea es la de “ayudar a que Europa se convierta en la economía del conocimiento más competitiva del mundo”. Nos venden que van a preparar a nuestros hij@s para ser competentes en el mundo laboral, y así se acabará con el paro.  El resultado es una escuela al servicio del capitalismo que formará a futuros trabajadores productivos en un mundo laboral dominado por las tecnologías.   Por otro lado las grandes empresas del sector de la comunicación y la informática se benefician del estimulo del consumo de tecnologías desde muy joven, y se legitima ante las familias la adquisición de ordenadores y conexiones a la red Internet.  Por supuesto la medida de dar tablets a los niños de 2 a 3 años en la escuela está financiada por Telefónica.
La escuela queda así perfilada como centro formador de trabajadores capacitados para los intereses de la economía. Lógicamente la enseñanza de Filosofía no resulta útil a dichos intereses.  El estudiar lo que pensadores de todos los tiempos cuestionaron en su momento puede hacer poner en duda el orden establecido, puede inducir a tener ideas propias y los intereses de nuestra sociedad no van por ese lado.  Lo que se necesita es un gran volumen de trabajadores poco cualificados que no cuestionen el orden establecido.
«Los preparamos desde pequeños para que sean autónomos en la vida», afirma la concejala de educación de mi municipio.  Habría que aclarar a esta política que “ser autónomo” no es manejar una tablet, que a eso llega cualquiera con un mínimo interés.  Ser autónomo supone tener la preparación suficiente para tomar las decisiones adecuadas al margen de informaciones panfletarias que nos bombardea desde los medios de comunicación para hacernos creer que nos benefician con medidas que solo alimentan intereses políticos y económicos.

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