MARIO EN LAS BAHAMAS

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La reciente detención de Mario Conde me hace pensar en lo complejo que es entender la mente humana.  La ambición, la codicia y la hipocresía son pecados identificables en muchos individuos, la presencia de los tres en un solo individuo y en tal medida es todo un descubrimiento. Hace pocos días saltó en la prensa una noticia curiosa, hace años se había dado por muerto al novio de Olivia Newton John (la encantadora Cindy en la película “Grease”) y resulta que estaba viviendo plácidamente en un pueblecito costero de México .  

Parece ser que este señor, que como Mario Conde había sido banquero, se vio agobiado por las deudas y simuló caerse por la borda de un barco para retirarse a vivir donde nadie le conociese.  Aunque la historia no es usual, yo puedo llegar a entender que la vida te sobrepase y decidas hacer borrón y cuenta nueva, mas aun si te has llevado un dinero que puede hacerte acabar con tus huesos en la cárcel.  He aquí que el exnovio y exbanquero se dejó el pelo largo y se instaló en un pueblecito apartado, frecuentado por surfers y que tiene fama por no delatar a los extranjeros que toman caipiriña en una hamaca sobre las blancas arenas de su playa.  Creo no equivocarme al asegurar que este es el ideal de vida de cualquiera que haya cumplido una cierta edad y haya visto algo de mundo.
Con todo esto quiero decir que si tras once años en la carcel, un buen día saltase la noticia de que el señor Conde vive tranquilamente en las Bahamas, donde había guardado el dinero robado, no creo que la estupefacción general fuese igual a la actual.  El actual conocimiento de que el exbanquero efectivamente guardó dinero en dicho paraíso fiscal, y al salir de la cárcel se dedicó con ahínco a dar lecciones de ética en la TV para que su mensaje pudiese llegar al máximo número de personas posible; escribió libros defendiendo su honorabilidad, por si alguien tenía alguna duda sobre ella;  creó un partido político para, en teoría, defender los intereses de sus conciudadanos; metió a su hija en un intrincado lío de sociedades para recuperar el dinero robado...  y así uno tras otro todos los comportamientos inexplicables que se puedan imaginar.  Siento lástima por el psicólogo de la prisión que tenga que entrar en esa cabeza, ¡Dios sabe lo que uno se puede encontrar ahí dentro!