EL MÉDICO ALEMÁN

  • Print

La película argentina “El médico alemán”, inspirada en hechos reales, resulta inquietante.  Trata sobre los nazis que escaparon hacia América del sur.  Allí se escondieron muchos de los criminales más buscados.
No soy muy amiga de ver películas sobre nazis, me hartan, porque creo que es un tema que fue muy duro y muy triste, pero dicho esto, el asunto se ha documentado en exceso.  Tanto filmar sobre este exterminio resulta ligeramente sospechoso.  Sospechoso de que  los dueños de las principales empresas dedicadas a producir películas y documentales profesan la religión judía.  El dolor de los judíos merece para mi el mismo respeto que el de los sirios, tibetanos, camboyanos, serbios, hutus, tutsis y en general cualquier pueblo que haya sido víctima de genocidio. 
En diferentes canales de TV se programa “a diario” por lo menos un documental sobre el holocausto, cuando no hay dos documentales simultáneos, o un película y un documental.  Resulta excesivo para cualquier tema semejante seguimiento. Y es precisamente sobre el nazismo que nos quieren atiborrar de información.  Ha habido muchos otros conflictos igual de bestiales y dolorosos sobre los que apenas se conocen datos concretos.
Después de esta puntualización reconozco que “El médico alemán” se ve bien.  El paisaje de la Patagonia es muy bonito.  La historia está tratada con el justo dramatismo, cosa que se agradece.  Y una vez que finaliza la película sobrecoge pensar que las fabulosas mansiones de Bariloche sobre las que ya me habían hablando hacía tiempo puede ser que provengan del dinero robado por los nazis a los judíos.