Y AL SÉPTIMO DÍA DESCANSÓ

Prince

Prince nunca dejó de ser un niño.  Con diez años se marchó de casa tras el divorcio de sus padres.  Su vida no debió de ser fácil, sin embargo en la entrevista que dio hace años a Larry King se observa una persona extremadamente educada con un tono de voz suave.  Bello como un animalito lo describió en cierta ocasión Rosa Montero que tuvo la suerte de entrevistarlo. Su manera de exponer su lado femenino le daba esa belleza que sólo una mujer hermosa posee.  Cuando ibas a verlo a un concierto te daban ganas de llevártelo a casa para cuidar de él.
Se dice que Dios creó el mundo en seis días y al séptimo descansó.  Es lo que tiene la creatividad que una vez que te viene la inspiración no puedes parar y continúas hasta la extenuación.  Según pasan las horas desde que supimos que Prince murió, esa parece la causa más probable de su muerte, el crear hasta el agotamiento, sin comer, sin dormir y sin atender a su salud. Según declaraciones de su cuñado llevaba seis días trabajando sin parar.  Nos resulta doloroso a los que le admirábamos el comprender semejante grado de obcecación.  Hubiésemos preferido que descansase, que se cuidase, aunque sacrificara con ello un par de buenas canciones.  Prince nunca se caracterizó por hacer lo que el resto, su rebeldía le llevaba a extremos que jugaban incluso en contra de sus intereses económicos.  Ser rebelde cuando se es muy joven es fácil, con lo años el cuerpo no aguanta igual nuestros caprichos.  Cuesta creer que lo que antes hacíamos casi sin darnos cuenta se va convirtiendo en un riesgo para nuestra salud.  Conozco varias personas a las que les sucede lo mismo que a Prince, no quieren reconocer las limitaciones que conlleva hacerse mayor.  Y no estoy hablando de ser un anciano.  Los años van pasando y hay que aprender a adaptar tu grado de actividad a la edad.  A más años más moderación, lo que no significa renunciar a lo que se hacía pero sí hay que aprender a escuchar lo que el cuerpo opina al respecto.  Por lo que se ve Prince tenía un problema de desgaste en las caderas y las rodillas a los que no prestó la atención que debía.  Lástima que al igual que Bruce Springsteen no contase con una madre nonagenaria que le acompañase a los conciertos para darle esa reprimenda tras el escenario que solo se acepta viniendo de una madre.   Puede que en las decisiones sobre salud tomadas por Prince haya pesado el hecho de ser testigo de Jehová que le impedía recibir una transfusión sanguínea.  De nuevo la religión, la adoración a un Dios ha hecho que otro se nos haya ido. 

 

 

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