LOS POLÍTICOS

José Enrique Serrano

  El trabajo de político es muy ingrato.  Es un trabajo de dedicación a los demás.  Ellos deben perseguir el interés general cuando el instinto te lleva a mirar por tu interés y, además, no está bien remunerado.  Es un trabajo ingrato porque horas y horas de dialogo no siempre te llevan a conseguir lo que perseguías, etc. Un momento, ¿estoy hablando de los políticos?  En España hay dos clases de políticos.  Por un lado están esos que rondan los 50 años y para los que la política se convirtió, al terminar los estudios, en una suerte de puesto de trabajo de por vida.  Se trata de todos aquellos que tenían contactos y se vieron favorecidos por la ingente cantidad de esferas de la sociedad que se cubrieron con personas afines a un partido político.
Economistas, abogados, técnicos de salud... la lista de trabajos que en la Administración se otorgó a dedo a jóvenes procedentes de un partido político fue inagotable.  Más adelante estos avispados llegarían a Directores Generales, también a dedo, debido a “la urgencia para cubrir esos puestos”.  Todos ellos tenían clara una cosa: su tarea no era arreglar el mundo, bastante tenían con mantener el estatus que tan fácilmente les había caído del cielo.  Su puesto lo habían conseguido gracias a la política, que de apenas existir en España debido a los años de dictadura de repente era la salsa de todos los platos, pero eso no significaba que tuviesen una vocación política.  Estos políticos viven atrincherados en sus despachos, cobran buenos sueldos y no quieren problemas; llevan muchos años ocupando un sitio que en el fondo de su corazón saben que no se merecen porque no han hecho nada para conseguirlo y ahora se acercan tiempos difíciles.  Si hasta ahora estos puestos se repartían entre dos partidos que por mucho que alardeen de llevarse mal tienen incluso tramas de corrupción en común, ahora hay una nueva generación de políticos en nuevos partidos que también quiere su tajada del pastel.  Surge así la angustia de esos Directores/as a los que todavía les queda alrededor de 15 años para llegar a la jubilación y temen por esa pensión que ansían y que debido a su nefasta gestión de los fondos públicos cada vez va a ser más difícil de conseguir para todos nosotros.
La segunda categoría son los políticos que se muestran en primera línea de fuego, son esos que dan vergüenza ajena.  La vergüenza ajena es un término español aunque el sentimiento es internacional.  Al parecer este sentimiento es paradójico, ya que tiene una parte de burla y exclusión pero también tiene una parte de empatía.  Para saber que nuestros políticos son fuente inagotable de burla, basta ver programas de televisión como “El Intermedio” que tiene en ellos una mina inagotable de inspiración.  Nos reímos de ellos y pensamos: “¿De dónde ha salido esta gente?”  Se les nota que han perdido el contacto con la realidad, no tienen sentido común y, mucho menos, sentido del ridículo.  ¿Y la empatía? ¿Nos identificamos con ellos?  Supongo que sí, que en algún momento nos hacen pensar la situación tan ridícula que se produciría si a uno de nosotros nos ponen delante de una docena de periodistas para defender nuestras ideas y no las tenemos, lo mas probable es que nos salgamos por peteneras que es lo que suelen hacer ellos.  Lo que si tenemos claro el resto de ciudadanos es que si no sabes ¿para qué te metes en eso?  Ese es el punto en el que la empatía desaparece y empezamos a burlarnos, porque no creo que nadie te obligue a meterte en política habiendo otras ocupaciones que puedas desarrollar.  Lo mejor de todo es que poquísimos de los que ejercen la política en la actualidad tienen una ocupación alternativa, cosa que no ocurrió durante los primeros años tras la dictadura, en los que hombres y mujeres muy válidos dejaban puestos de trabajo muy lucrativos para defender unos ideales y que agotado su proyecto volvían a su trabajo.  En la actualidad una vez “agotado su proyecto” los envían al Senado o al Parlamento Europeo donde pueden seguir lucrándose sin hacer nada, es decir hacer lo que venían haciendo.  Con razón el deshacer el Senado, a pesar de que todos los partidos reconocen que no sirve para nada, sea uno de los puntos fuertes de las negociaciones para hacer Gobierno.  Efectivamente hoy en día tenemos unos políticos que rozan el ridículo continuamente y que son incapaces de establecer un dialogo inteligente que les lleve a tomar acuerdos como se está comprobando por la posibilidad de que nos dirijamos de cabeza hacia unas terceras elecciones. Claro que también hay que tener en cuenta sus intereses personales, que a fin de cuenta es de lo que hablan continuamente.  Como dijo en una entrevista Jose Enrique Serrano, socialista y hombre de confianza del candidato a presidente por el Partido Socialista Obrero (¡ay que risa!) Español, Pedro Sánchez:  “Si nosotros llegamos a un acuerdo para gobernar con el Partido Popular ¿a quién van a votar los socialistas dentro de cuatro años? Buscarán otra alternativa y eso no nos lo podemos permitir”.  En fin, dejó claro que lo único que les importa es ganar, si puede ser este año mejor y si no dentro de cuatro años, y al resto que nos den morcilla.  Por cierto a este hombre del partido socialista, Jose Enrique Serrano, que fue la inteligencia en la sombra de los Gobiernos de Felipe González y Rodríguez Zapatero, se le intuía en la entrevista en el canal 24 horas en el que hizo esta declaración una inteligencia totalmente ausente en los políticos que el PSOE tiene en primera fila.  Puede ser que detrás de tanto tonto, en unos y otros partidos, existan de verdad mentes superiores, lo cual da mucho miedo, ¿qué intereses obscuros llevan a poner en el punto de mira a individuos que nos hacen pensar que detrás de unas siglas políticas sólo hay ineptos y personajes dignos de burla?

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