LA RIBERA SACRA

 

Esta semana he estado en la Ribera Sacra.  Un lugar incomparable, aunque recorriendo los cañones del Rio Sil hay a quien le recordaba a los Fiordos Noruegos.  Volviendo de Galicia pensaba en cuántos lugares incomparables tenemos en España, la respuesta es miles.  Este pensamiento me entristeció pues hace ya tiempo que he llegado a la conclusión de que lo mejor que podríamos hacer en España es dedicarnos al turismo y que si esa ocasión siempre estuvo ahí, no ha habido un solo gobernante capaz de verlo, empeñados en hacer de nuestro país y nuestra gente lo que no somos. 

Esas cabezas pensantes que nos dirigen se devanan los sesos buscando el modo de crear empleo.  Creen que podemos ser punteros en tecnología y para eso está Silicon Valley.  Dan ayudas para fabricar coches, cosa que hacen muy bien alemanes y japoneses.  Quieren encontrar petroleo y para eso están los árabes.  Creen que traer industria pesada es crear empleo y por cada empleo que crean mueren cinco personas de cáncer.  En cambio ningún político descerebrado de los que tenemos ha mirado a su alrededor y se ha percatado de que nuestro país tiene en un territorio pequeño infinidad de increíbles paisajes, la comida tradicional es insuperable, las gentes son amables por naturaleza sin necesidad de esforzarse, haciéndote sentir cómodo allá done vayas, y el clima es agradable todo el año.  Tenemos todo aquello que se necesita para atraer turismo los 365 días del año.  Claro que todo eso que tenemos habría que cuidarlo y de eso sí que no tenemos ni idea.  Tenemos los pueblos abandonados, no limpiamos los bosques, contaminamos mares y ríos, seguimos construyendo edificios en las costas, en definitiva, hacemos todo lo contrario de lo que deberíamos para vivir de lo que tenemos.  Queremos ser como los anglosajones, un prodigio de eficiencia y quizás lo consigamos, pero el esfuerzo será homérico y, en cambio, si sólo nos dedicásemos a ser como somos, cordiales, y mimando nuestro patrimonio podríamos conseguir trabajo para nosotros y nuestros hijos.

Alguna vez he oído a un político hablar despectivamente de como España se estaba convirtiendo en un “país de camareros”, ¡cuánta ignorancia en una sola frase!  El error no está en ser un país que dé empleo sobre todo al sector servicios, el error es haber hecho las cosas tan mal y atraer a turistas que no saben apreciar la belleza de nuestro país, que vienen a emborracharse por cuatro euros, hacinarse en edificios de apartamentos en primera linea de costa y tirarse a dormir la mona en la playa.  Esa decisión la tomaron los sucesivos responsables de turismo que ha habido en los diferentes gobiernos de izquierda o derecha y ahí se terminaron nuestras opciones de promocionar España como la joya que es.  El resto vino rodado, los turistas dejaban poco dinero así que ¿para qué molestarse?  

En la Ribera Sacra conocí a Alejandro que nos llevó en su katamarán a conocer el Sil.  El cariño con el que nos recibió en su barco, susurrando con orgullo que acababa de cambiar los asientos, me hizo saber que iba a ser una travesía especial, así fue, nos contó la historia de la vendimia heroica en las laderas del rio y la gente que tuvo que abandonar los pueblos que inundaron al hacer la presa.  Viendo como Alejandro disfrutaba en la travesía, al igual que nosotros, pensé en toda la gente joven que busca un futuro profesional lejos de su pueblo y de su familia, sin poder aprovechar el filón de oro que tienen a la puerta de casa.

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