MENTIRA O TOMADURA DE PELO

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Soledad Gallego-Diaz nos habla en su columna de El País de la existencia de lo que se ha dado en llamar “política posverdad”.  Este término se inventó para referirse a los políticos que negaban el cambio climático a pesar de las evidencias científicas.  En España tuvimos algún que otro caso.  Según The Economist se utiliza la mentira en política más intensamente y con mayor capacidad que nunca.

Mentir en política es una táctica y no una característica de la persona, no es lo mismo que tú o yo digamos una metirijilla de vez en cuando que lo haga un político.  Lo que sucede, y eso es lo grave, es que además de mentir se engañan a sí mismos.  En mi Comunidad Autónoma las carreteras están que dan pena, llenas de baches, con socavones, cubiertas de grietas, con los arcenes sin limpiar...  El número de accidentes ha aumentado este verano, algo lógico si tenemos en cuenta como están las vías.  Los responsables de tráfico han hecho declaraciones achacando el aumento de la siniestralidad al mayor número de turistas.  Dicen esto como podrían decir cualquier otra memez.  El verdadero problema es que se creen que con esa justificación termina su cometido.  El resultado de la mentira es que las carreteras ni se arreglan, ni se arreglarán.  Sin embargo, nuestro políticos creen que su desempeño ha sido desarrollado con habilidad.  Mienten y se engañan, en lo importante y en lo menudo, no distinguen, niegan los hechos con soltura, sin sonrojos.

El filosofo Harry Frankfurt distinguía en su libro “On Bullshit” entre la mentira y la tomadura de pelo.  Según este filosofo el mentiroso conoce la verdad y la evita deliberadamente y el que toma el pelo no sabe cual es la verdad, le da igual y dice lo que sea con tal de persuadir a los que le escuchan.  Mucho me temo que a nosotros no nos mienten, si no que nos toman el pelo descaradamente.  Lo mejor de todo es que el político de turno se ayuda, como remarca el historiador británico David Armitage, de los economistas para colocarnos sus embustes.  Los economistas asesoran en todos los campos, incluidos sanidad y educación.  A un buen médico o a un buen profesor no les puedes pedir que te den argumentos de que la sanidad o la educación en España están bien gestionadas, para eso buscate a un economista.  Estos tienen la capacidad de hacer números hasta que los argumentos cuadren y todos sabemos que los números no engañan.  Con las cifras en la mano las listas de espera son menores, los niños tienen mejores resultados en las pruebas e incluso hay menos parados.  La contabilidad analítica que ejercen los asesores de los cargos directivos de los organismos públicos es como el chicle, estira y estira hasta donde el jefe diga.  Con los datos en la mano un político nunca miente, sencillamente nos toma el pelo.