DISFRUTAR LA VIDA

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Hace quince días se murió una vecina de mi pueblo con 101 años.  Al tanatorio se acercaron multitud de personas a mostrar sus condolencias a la familia, una vez allí eran muchos los que se interesaban por conocer la causa de su fallecimiento.  Ciertamente no salgo de mi asombro ante semejante cuestión, a mi me parece evidente que la señora se murió porque tenía 101 años.  Es más, en lugar de dar un funeral en el que el cura diga con voz apesadumbrada:  “Hoy estamos aquí para despedir a nuestra hermana...”, debería haber una gran fiesta para celebrar la larga vida de la que disfrutó la difunta.  Esta señora en cuestión corría hace un mes hacía el supermercado a hacer la compra.  Es evidente que en este caso no hay porque entristecerse, si pensamos en gente incluso 20 años más joven que permanece postrada en una cama sin reconocer siquiera a sus propios hijos, no hay lugar a dudas que la suya fue una existencia larga y plena.
Triste es cuando se muere una persona joven.  En estos casos intuimos que no ha tenido tiempo suficiente de disfrutar la vida.  Lo que sí que resulta altamente relativo es cómo unos y otros disfrutan de su existencia.  Estos últimos días hemos asistido en España a la terrible noticia de la muerte de una joven promesa de la política,Carmen Chacón, una mujer de 46 años que ya había sido ministra y de la que se esperaban grandes cosas.  Al leer en la prensa un artículo de cómo fueron sus últimos días pienso en lo triste que era su vida, sin embargo, estoy segura de que ella disfrutaba de ese modo y que según sus cánones tuvo una vida plena.  A mi me parece triste en el caso de esta joven política el hecho de que tuviese un hijo de 9 años y según veo reflejado en sus últimas vivencias apenas lo veía.  Esta mujer adolecía de una malformación cardíaca para la cual estaba recomendado llevar una vida tranquila, al parecer su vida era todo menos tranquila.  De esto no se la puede culpar, cada uno escoge cómo quiere vivir y probablemente el vivir 100 años en un pueblo como el mío, cuyo mayor atractivo es ir a ver el mar, habría sido para ella morir en vida.  En la semana anterior al fatal desenlace Carmen Chacón voló de Barcelona a Madrid, de Madrid se desplazó a descansar a Cadiz donde visitó Vejer de la Frontera, Tarifa , Zahara de los Atunes, Barbate y Sanlúcar de Barrameda; despues de este “relajado” paréntesis cogió un vuelo a Florida donde dio una conferencia, acudió a una comida, asistió a un Congreso y voló de nuevo a Madrid el sábado donde tuvo unos minutos para ver a su hijo ya que el domingo había quedado con unos amigos que fueron los que avisaron de que Carmen no acudía y ya conocemos el resto de la historia.  Triste, es la palabra que me viene a la mente cuando pienso en el papel que el hijo de Carmen que vive en Madrid jugaba en la vida de esta mujer que vivía en Barcelona.  Y no lo digo desde el punto de vista de que una madre tenga que obligatoriamente estar con su hijo, ¡qué va!, pienso en cuánto se disfruta con un niño y qué rara me resulta la forma en que tenía esta mujer de disfrutar su vida, que sin duda lo hacía.  Su muerte me hace recordar la de otra mujer joven hace unos meses, la cantante Bimba Bosé.  Cuando Bimba supo que ya no le quedaba mucho de vida se retiró con sus hijas a Sotogrande a oír los pájaros y levantarse cada mañana viendo el sol.  Qué dos formas tan diferentes de ver la vida.