SEXISMO O MALA EDUCACIÓN

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A pesar de que la sociedad evoluciona muy rápido,  hay cosas que permanecen inalterables. La diferencia en la reacción de hombres y mujeres ante la visión del cuerpo del sexo opuesto es una de ellas.  Esta semana Arturo Perez Reverte pone de manifiesto en un artículo periodístico que muchos hombres, cuando están en manada y a pesar de presumir de una cierta educación, siguen comportándose de un modo primitivo y animal.
El novelista nos cuenta lo acontecido cuando se encontraba cenando con otros compañeros de profesión y entró en el restaurante una actriz que él define como tetuda acompañada por su marido.  A partir de ese momento el comportamiento que mostraron el grupo de novelistas, siempre según el relato de Reverte, fue sumamente primitivo:  risas, comentarios gruesos, decidir quien era el que debía importunar a la chica para hacerse una foto con ellos, etc...
A prácticamente todo los hombres les gusta desnudar a las mujeres con la mirada, eso no es algo nuevo, pero de ahí a tener una actitud evidentemente vulgar y machista hay un abismo.  Creo que no es mucho pedir a individuos a los que se les presupone una cierta educación que tan solo disimulen. Cuando hablamos del machismo en la sociedad y creemos que la base del cambio hacia una mayor igualdad es la educación supongo que es eso lo que esperamos de los hombres, que por lo menos disimulen.  No creo que esté en la intención de nadie el anular el instinto animal que empuja al macho a querer conocer lo que la hembra esconde bajo su ropaje.  La diferencia estriba en hacerlo de un modo apenas perceptible que es lo que distingue a las personas de los animales de bellota.  Es más, a las mujeres también nos gusta admirar un cuerpo masculino si este es hermoso.  Es en las formas, en lo que hombres y mujeres nos diferenciamos.  No conozco a ninguna mujer que en su trabajo, tras intercambiar unas palabras con un ejemplar de macho que merezca la pena diga algo así como: ¡Qué macizo estaba este tío que ha venido a sacarse sangre!, en cambio sí que he oído a trabajadores del género masculino frases del estilo de: ¡Qué buena estaba la tía que acabo de ver en la consulta!  Y lo malo no solo es que lo digan, si no que no tengan ningún reparo en soltarlo incluso delante de otras mujeres, lo que resulta sumamente ofensivo.  Claro que habrá quien diga que hay mujeres que van enseñando su anatomía y eso resulta una provocación.  Para mí este argumento no es válido.  En la actualidad, con la moda de los pantalones cagueros, hay hombres que van por ahí enseñando el culo cuando se agachan y no me consta que nosotras, incluso estando en pandilla, admiremos semejante atributo o animemos a nuestras amigas a mirar en esa dirección; es más, yo creo que la mayor parte de las féminas, instintivamente, mirarían en dirección opuesta.  Un cuerpo sea femenino o masculino puede ser admirado indistintamente por hombres o mujeres.  La buena educación, que es lo que se ambiciona en una sociedad avanzada, exige que se guarden las formas.  Nunca la persona digna de que su cuerpo sea admirado u otra persona cercana debería tener que pasar por el bochorno que supone oír comentarios obscenos, miradas indiscretas u otro tipo de manifestación anacrónica con una sociedad tolerante e igualitaria.  Y dejo al margen de dudas el hecho de que cualquier persona pueda mostrar su anatomía como le plazca.  El mostrar el cuerpo más o menos es una cuestión cultural.  Hay tribus africanas en las que van desnudos y los tuaregs van prácticamente cubiertos.  El hacer comentarios ofensivos sobre el cuerpo del otro es un problema de educación, de educación en el respeto a los demás.  Se puede ser un buen profesional, un virtuoso, un gran estudioso, un artista genial... pero si no se sabe donde está el límite entre una mirada de soslayo y un comentario sexista se es un maleducado.