LOS BUENOS

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Agnes Heller es una filosofa nacida en Budapest en 1929. Esta mujer ha vivido mucho e intensamente, en parte por haber pasado su juventud en mitad del holocausto, y en parte porque su inteligencia la llevó a recorrer medio mundo dando conferencias sobre filosofía.  Digo esto para entender el calado que tiene su pensamiento, fruto de muchas vivencias y reflexiones.  Cuando a esta mujer mayor, de complexión pequeña, le preguntan si cree en algo, ella contesta:  “Creo que las personas buenas existen, siempre han existido y siempre existirán. Y sé quiénes son las buenas personas.”  Esta afirmación que parece una simpleza, no lo es.  Cuando has vivido ya unos años, te das cuenta de la gran importancia de esa reflexión:  existen personas buenas.  
 En ocasiones hemos oído que todas las personas son en parte buenas y en parte malas.  No es cierto.  Hay personas buenas y hay personas que no lo son.  Cuando yo tenía cinco años e iba al colegio tenía dos profesoras, una era muy seria y estricta y me daba miedo, en cambio la otra siempre sonreía y era más afable y a mi me encantaba estar con ella.  Con los años seguí tratando a ambas maestras, descubrí que la que me daba miedo de niña era una buena persona y, sin embargo, la simpática resultó ser una persona criticona y envidiosa.  Tras muchos años de tratar con gente muy diferente, yo también sé quiénes son los buenos.  Vivimos rodeados de personas buenas y no tan buenas, es un hecho y no tiene mayor importancia, las identificas y por lo general convives sin grandes contratiempos con unas y otras.  Y que conste que digo “no tan buenas” y no “malas”.   Esta distinción se hace necesaria porque los buenos son los que son y el resto no es que sean malos, es que no son buenos.  Malos, lo que se dice malos tampoco hay tantos.  Cuando te topas con un malo lo sabes rápidamente porque da miedo.  El instinto nos ayuda, como animales que somos, a identificar a unos y a otros.  Claro que no todos tenemos el instinto igual de desarrollado. 

Si algún día tienes un problema, entonces sí, más te vale tener a alguien bueno cerca que te eche una mano, que te de un consejo o que te consuele.  Con una persona buena siempre puedes contar, quizás no resulte muy simpático, probablemente no sea el amigo más animado, pero en momentos de necesidad la bondad siempre ayuda a salir adelante.  Identificar a los buenos es importante, no se trata de saber quiénes son para pedirles favores, ser bueno no significa ser tonto.  Solo cruza los dedos para que si las cosas vienen mal dadas tengas una persona buena a la que poder mirar a los ojos.