FAMA Y SOLEDAD

Todos tenemos la necesidad de sentirnos especiales. Un niño espera de sus padres que le hagan sentirse el elegido, cualquiera espera de su media naranja que le haga sentirse único, los alumnos esperan de sus profesores que les hagan sentirse listos o los trabajadores esperan de sus jefes que les reconozcan el trabajo bien hecho. Esperamos este reconocimiento de personas próximas a nosotros, de aquellos con los que tratamos día a día, de aquellos a los que tenemos en estima. 

No hay que confundir este aprecio de nuestras cualidades con el ser famoso. Los famosos, me refiero a los artistas, se caracterizan por ser adorados por todos, admirados como personas, aunque en ocasiones confundamos su personalidad con la actividad artística que desarrollan. Para entender a que me refiero, en 1983 Jerry Lewis, un famosísimo cómico estadounidense hizo una película dirigida por Martin Scorsese, “El rey de la comedia” sobre un humorista que en su vida personal era un antipático de tomo y lomo; el propio Jerry Lewis comentó, refiriéndose a su papel en dicha película, que toda su vida había resultado un problema el hecho de que su público esperase de él la comicidad que representaba en escena cuando se bajaba del escenario, cosa que su carácter no le permitía.

Resulta inevitable, si vemos que un actor nos gusta en escena queremos pensar que en el caso de que llegáramos a conocerlo sería el amigo ideal, o si nos entusiasma una canción, nos atrae quien la canta. Lo cierto es que si conociésemos a ese actor o aquel cantante nos daríamos cuenta de que es igual que cualquier otra persona que podamos tratar, sin cualidades excepcionales salvo la de saber actuar o poder escribir buenas canciones. Pero ahí está, son famosos y todos los creemos especiales. Por desgracia para ellos, este hacerles sentirse especiales que les brindamos no les sirve de nada. La mayor parte de artistas son personas que incluso rodeados de gente son muy solitarios. Para vencer la soledad se necesita que una persona próxima te haga sentir especial. La soledad es una compañera muy fiel, cuando se te pega es muy difícil echarla. De la soledad de los artistas nos habla Olivia Laing en su libro “La ciudad solitaria”. Retrata unas vidas tremendas, que suelen comenzar con abusos y maltratos en la infancia. De esos traumas iniciales y de un gran talento surgieron en Nueva York en los años 70 una serie de artistas. Estos artistas neoyorkinos son personas solitarias. Algunos de ellos se hicieron muy famosos y, aun así, fueron incapaces de expulsar de sus vidas a la soledad. Por poner un ejemplo, Andy Warhol, ya famoso, trabajaba rodeado de un gran numero de personas y siguió siendo un solitario, la gente pululaba a su alrededor sin llegar nunca a traspasar el circulo protector en el que él se encontraba. Ese circulo protector del que se rodean algunas personas, muchas de ellas por haber sido heridas en la infancia por aquellos que se supone que debían de cuidarlas, impide la intimidad necesaria para que alguien muy especial les haga sentirse felices. En definitiva, “La ciudad solitaria” es un libro sobre la infelicidad que produce la soledad y que la fama no puede evitar.

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