¡VIVA LA DIFERENCIA!

                                    

Todos los años por Nochevieja me reúno con un grupo de amigos antes de cenar para tomar la última copa del año. Durante la reunión hay un momento en el que alguien recuerda que hay que hacerse la ultima foto del año juntos. A mi personalmente las fotos de posado no me gustan en absoluto, probablemente porque salgo endiabladamente mal, o lo que yo pienso que es salir mal y alguno ha definido como “ser así”. Otros años es cierto que me suelo poner un vestido para la ocasión, pero este año iba con vaqueros y se armó un pequeño revuelo. Parece ser que todos debíamos lucir elegantes o, por lo menos, igual de elegantes.

La diferencia nunca ha estado bien vista y en nuestra sociedad actual las cosas no han mejorado. Todos debemos vestir de igual modo y de eso se ha ocupado la firma de Amancio Ortega, Inditex. En sus tiendas hay ropa para las distintas edades, por supuesto que no estaría bien visto que una niña de quince vista igual que una señora de cuarenta, ahora bien, si tienes quince años debes llevar lo que llevan todas tus amigas. Yo he llegado a acostumbrarme, pero cuando mis hijas, ya desde pequeñas, se empeñaban en que les comprase el mismo pantalón o jersey que llevaba una amiga, solía decirles : Si te lo compro las dos iréis iguales, a lo que ellas se encogían de hombros. Cuando yo tenía esa edad coincidir con el jersey de una amiga suponía dejarlo en casa y no volver a ponerlo. Algo parecido pasa con el pelo, ahora chicos y chicas llevan el peinado idéntico. Si miro una foto de mi grupo del colegio había todo tipo de peinados: corto, largo, rizado, liso, con flequillo... El pelo se suele decir que es el 80% de una persona y por eso me resulta imposible identificar a mis hijas cuando voy por la calle, me las cruzo unas cien veces antes de darme cuenta de que no son ellas.

Pero no solo la española Inditex ha sabido sacar provecho a esta uniformidad en boga. La sueca IKEA ha hecho otro tanto en cuanto al mobiliario de las casas. Ya se lo que dirán los que me conocen, que echo piedras sobre mi propio tejado, y es que desde que existe IKEA, soy un poco más feliz. En IKEA puedes conseguir diseño a un precio razonable, es la democratización del buen gusto. Lo que antes sólo podían disfrutar unos pocos debido a su elevado precio, ahora lo puede tener cualquiera en su casa. Es cierto que la calidad no es la mejor, pero ¡qué más da!, si se estropea o se rompe es una buena excusa para volver a a la tienda y echar un vistazo a las novedades. Como consecuencia todos tenemos los mismos muebles en casa. Aquellos muebles de castaño que te hacía el carpintero y que duraban toda la vida ya no los quiere nadie. Se terminaron los muebles hechos a la medida, ahora coges una cinta métrica y te vas a IKEA a ver cuál es el que mejor te encaja.

Si antaño veíamos a trabajadores comunistas con un mono idéntico o a los niños de los colegios católicos con su uniforme nos recorría por el cuerpo una ligera sensación de estar viendo los resultados de un lavado de cerebro. Para mí, ir al colegio con mi ropa o mi peinado diferente era sensación de libertad de expresión. Hoy en día que se supone que han aumentado las libertades en nuestras sociedades democráticas, somos nosotros mismos los que nos empeñamos en acabar con la diferencia, en ser unos réplica de los otros. Y no sólo eso, la gente joven es ahora más intolerante que en el siglo pasado, momento en el que las libertades aumentaron gracias a la lucha de los que pensaban que no todos debíamos seguir las pautas de comportamiento establecidas por los poderosos: LOS BEATLES se dejaron el pelo largo, ELVIS comenzó a menear la cintura, HUGH HEFNER publicó una revista en la que se hablaba explicitamente de sexo... Su lucha nos sirvió al resto para conocer que había otras formas de ver el mundo. Hoy en día el incremento del acoso escolar se encarga de recordarnos que al diferente se le identifica ya a temprana edad y se le margina para que todos seamos iguales.

Additional information