LA HONRADEZ

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La honradez es un bien preciado que abunda poco. En cualquier orden de la vida, el encontrarte con una persona honrada supone una bendición. Hace poco tuve un accidente de coche, en estos casos siempre viene bien tener a mano un abogado. Gracias al consejo de un amigo tuve la suerte de dar con Alberto Rendueles, un abogado honrado que me ha facilitado mucho las cosas y me ha ayudado a salir del trance bien parada.
Hace años tuve que acudir al servicio jurídico del Servicio de Salud del Principado de Asturias por un tema laboral, allí experimenté en propia carne lo que es dar con un abogado sin honradez ninguna, un tipo corrupto. La falta de honradez, la corrupción y la avaricia van de la mano. Todos queremos ganar más dinero y eso es lícito. Cuando ese afán se une en una persona sin honradez y que además tiene una posición que le permite estafar, estamos ante un auténtico corrupto. En aquella ocasión el abogado del servicio jurídico me indicó que aunque él iba a efectuar mi defensa, como era su deber al ser yo un empleado público, era conveniente que llevase a mi propia abogada, una muy competente en el asunto a defender con la que él me iba a poner en contacto. Me tenía que encontrar con dicha abogada en un portal, cosa que me pareció un tanto extraña. Efectivamente allí estaba la abogada en cuestión, una joven apenas recién salida de la facultad que me saludó y acto seguido me informó de la suma que debía pagarles por la defensa. Para aquella época era una suma considerable que me dejó con la boca abierta, pero no puse pegas porque se trataba de mi puesto de trabajo. El día del juicio la supuesta abogada y yo estuvimos esperando más de una hora por el abogado corrupto del servicio jurídico. En ese tiempo ella me demostró que no tenía ni idea sobre la causa que nos llevaba ante el juez, por otro lado, la vanidad que lleva a todo delincuente a presumir de sus fechorías, la empujó a contarme pormenorizadamente todas las causas que en aquel momento tenían entre manos defendiendo al Servicio de Salud y a pacientes al mismo tiempo. De este modo me pude enterar que un paciente que había quedado con secuelas tras una operación de estomago iba a recibir una buena suma de dinero. No resultaba difícil deducir que el abogado del servicio jurídico se la iba a jugar al Servicio de Salud y llevarse una sustanciosa cantidad de ese dinero. Por fin llegó el abogado y entramos en la sala de juicios, con una pregunta suya ganamos el caso, fueron apenas diez minutos, claro que había que conocer la pregunta a formular. Cuando salí de allí me sentí muy feliz por haber ganado y a la vez furiosa por haber sido víctima de unos corruptos. Si hubiese sido la otra parte la que hubiese pagado al abogado, la pregunta crucial no habría salido y yo habría perdido el juicio. Aun así denuncié al abogado del servicio jurídico por malas prácticas pero no hubo nada que hacer. Años más tarde le nombraron Jefe del Servicio Jurídico y al poco tiempo salió en prensa su fulminante cese sin dar explicación alguna. Donde quiera que esté la falta de honradez le acompaña.