EL FORMULARIO

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Las ventanillas a las que acudíamos antaño cuando teníamos que hacer algúna gestión en la Administracion han ido desapareciendo para dar lugar a los mostradores. Con ello el sistema burocratico nos quiere dar a entender que la persona que antes nos atendia a través de un pequeño agujero es ahora mucho mas accesible. Lo que sigue sin cambiar es el autoritarismo con el que la mayoría de los interlocutores que nos encontramos al otro lado del mostrador se adjudican. Las cuestiones por las que se suele discutir con estos funcionarios suelen ser muy peregrinas y si las sacásemos de contexto serían en muchas ocasiones surrealistas. Voy a contar un caso verídico. Un individuo se acerca a la Administración correspondiente para reclamar un dinero que le pertenece, para ello ha cubierto con esmero el formulario que le han dado en el mostrador de información. A continuación se ha dirigido al registro y ha entregado el impreso. Al llegar a su casa recibe una llamada de un funcionario que le indica con pesar que su petición no se puede cursar porque ha entregado un anexo 2 y no un anexo 1. El individuo desconcertado le responde que ha entregado el impreso que le ha facilitado un compañero suyo, a lo que el funcionario ya ligeramente enfadado le contesta que ese no es su problema que sin el anexo 1 no puede cursar su petición. Ante el enfado inexplicable del funcionario, el individuo le pregunta que si tiene que volver otra vez ya que vive a unos veinte kilómetros de la oficina en cuestión. Por supuesto que no- le contesta ya impaciente el funcionario- somos una Administración moderna, sin papeles, y tenemos una página web donde puede imprimir el anexo 1 y enviarlo por correo. Parece que después de todo la solución es fácil, el individuo hace como le han indicado telefónicamente, busca la pagina web, bucea durante algo mas de media hora entre formularios para todos los gustos y con los nombres mas crípticos posibles (formulario 145, anexo IX, solicitud A…) y por fin da con el anexo 1. Lo abre y se dispone a cubrirlo cuando se percata de que el anexo 1 es idéntico al anexo 2, desconcertado llama de nuevo a la Administración, y tras pasarle de uno a otro teléfono – “un momento que le paso”- por fin consigue hablar con el funcionario que le llamó hace poco más de una hora. Le explica que solo encuentra un anexo 1 idéntico al anexo 2, a lo que el funcionario le responde que efectivamente son iguales pero uno pone en la cabecera anexo 1, que es el que debe cubrir y entregar, y el otro pone en la cabecera anexo 2, y por lo tanto no es válido para su petición.
Situaciones como esta se viven a diario en las distintas oficinas a lo largo y ancho del mundo. Los que trabajan detrás de esos mostradores no son ni mucho menos mas asequibles de lo que era el funcionario tras la ventanilla, la única diferencia es que hoy en día somos mas civilizados y ya no corren el riesgo de que alguien levante el bastón y les dé un buen bastonazo en la cabeza, de ahí lo del mostrador. El decir a unos y otros que debe entregar el anexo 1 es su trabajo, por muy absurdo que parezca, de lo absurdo que es debe adjudicarse una autoridad que le lleva en ocasiones a amenazar al sufrido usuario con no gestionar la entrega de un dinero casi como si fuese a salir de su bolsillo. Mas lo preocupante no es ese funcionario, lo que de verdad da que pensar es todos los mandos intermedios que se ocupan de vigilar que ese pobre empleado pida el anexo 1, si sumamos todos sus sueldos llegaríamos a la conclusión que nos saldría mas rentable regalar el dinero que se entrega a cambio del formulario a todos los habitantes.