CRISIS DE LA MEDIANA EDAD



A lo largo de la vida pasamos por numerosas crisis. La primera tiene lugar durante la adolescencia. Esta es terrible para la mayoría de nosotros, porque en la infancia todo es rutina y nada parece afectarnos. De repente las cosas cambian, somos un saco de nervios,  susceptibilidades, inseguridades y un sinfín de cosas más producidas por esas terribles enemigas que son las hormonas. Las hormonas vuelven a atacar con dureza en otros momentos de la vida, especialmente a las mujeres. Lo de la igualdad entre mujeres y hombres está muy bien, pero la desventaja que tenemos ante este enemigo es una realidad. La depresión postparto es un hecho y la menopausia nadie la puede negar, ambas afectan a la mayor parte de la féminas. Pero no quiero victimizar a las mujeres, por eso voy a hablar de una crisis que pueden sufrir por igual ellas y ellos: la crisis de la mediana edad. Si estás cerca de los cincuenta o los acabas de pasar puede que esta crisis esté rondándote. Este trance tiene más que ver con tus circunstancias vitales que con la edad en sí. Esto es así porque llegado este momento es raro que no te plantees si de verdad has cumplido tus sueños, si eres feliz, si has conseguido formar una familia, si te gusta tu trabajo, si te gusta la vida que llevas...  A parte de estos planteamientos que te puedes hacer, puede suceder que algo que debería ser excepcional y que se ha convertido en habitual te ocurra, y es que pierdas tu puesto de trabajo. Llegado a la cincuentena un trabajador con experiencia resulta caro, las empresas prefieren contratar a jóvenes a los que pagan un sueldo mínimo y confiar en que sea el gerente el que aporte el factor de conocimiento adquirido, el resto de personal con que trabaje todas las horas posibles (son jóvenes y aún no tienen familia) es suficiente. Conseguir un nuevo trabajo, para una persona de mediana edad, es una tarea titánica. Impensable buscar un puesto adecuado a su cualificación. En otro país con una tasa baja de paro igual existe una probabilidad de cambiar de profesión llegado el momento, pero en España les resulta difícil conseguir trabajo a los jóvenes no digamos ya a los entrados en años. Ante esta perspectiva, no es de extrañar que escuchemos a algunos coetáneos comentar que ya para lo que les queda irán tirando con la ayuda que da el Gobierno a los mayores de 55 años. No deja de resultar paradójico, que una sociedad que nos vende que somos jóvenes incluso con setenta años, en cambio haga sentirse inútiles a tantos hombres y mujeres de sólo cincuenta y pocos.
El problema no sólo se da en España, aunque aquí la situación a la que hemos llegado es dramática, gracias a políticos incapaces de crear puestos de trabajo, y con esto no me refiero a más funcionarios, que de enchufados viviendo de dinero público ya estamos sobrados. Me refiero a la gestión del dinero de todos para conseguir una red de empresas y servicios que nos dé trabajo a nosotros y a nuestros hijos. Y digo que el problema también se da en otros países porque acabo de ver una película francesa, "Vuelta a casa de mi madre", que trata precisamente de este problema. La película se presenta como una comedia, pero el único punto gracioso lo pone la madre, una señora octogenaria que vive una relación amorosa como si fuese una adolescente. Por lo demás la situación es dramática porque su protagonista pierde el trabajo, está divorciada, no se lleva bien con sus hermanos, sus amigos le fallan... en fin, una crisis de la mediana edad en toda regla. Comparando la vida de madre e hija, me planteo lo feliz que parece haber sido y sigue siendo la madre, una mujer de una generación que no tuvo que bregar en el mundo laboral y, a su vez, lo triste que le parece a esta la vida de su hija. Aquel orgullo de las madres al ver que sus hijas se hacían con carreras tradicionalmente reservadas a los hombres, en la película la protagonista es arquitecta, parece haberse vuelto en una suerte de tristeza al ver lo mucho que hay que pelear una vez que entras en el mundo laboral y lo poco que se puede disfrutar de la familia. El tener que compaginar el trabajo dentro y fuera de casa ha hecho que también esta crisis de la mediana edad sea un poco peor para nosotras. 

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