A QUIÉN LE GUSTA RECICLAR

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Somos cuatro en la familia, comemos en cantidades normales y no dejo de asombrarme de la ingente cantidad de basura que producimos diariamente. Bolsas y bolsas cargadas a rebosar salen de nuestra casa camino al contenedor. Hace ya años que separamos el plástico, el vidrio, el papel y la materia orgánica. Si ya dedicábamos gran parte de nuestro tiempo a las tareas domésticas, se nos venía encima una nueva ocupación: el reciclaje. No es sólo el decidir donde va cada cosa, es el espacio que ocupa y que hoy está llena la bolsa del plástico, pero no la del papel, así que los viajes a los distintos contenedores se repiten vez tras vez. Lo hacemos porque estamos concienciados pero, francamente, con perdón, es un coñazo. Cuando voy a tirar un envase de yogur y ya no cabe, tengo que abrir una nueva bolsa de basura e ir al contenedor de los plásticos a deshacerme de la que ya está llena. En esos momentos me siento muy poco ecologista y me entran ganas de tirarlo todo en la misma bolsa como antaño y que se vaya el planeta al carajo. En fin, como en el fondo de mi corazón quiero dejar un un mundo habitable a las generaciones venideras, sigo reciclando. Y porque pertenezco al grupo de personas que reciclan, creo que ayuntamientos y demás centros de decisión que nos incitan a reciclar alegremente deberían poner algo de su parte para motivar a los ciudadanos en esta dura tarea. En Indonesia, en la ciudad de Surabaya quieren que sus ciudadanos cooperen en el reciclaje de plástico y para ello cuentan con el Surabayo Bus. Los usuarios de este original autobús pagan el billete con envases de plástico que entregan para su envío a una planta de reciclaje. Me parece justo, todos debemos participar en el reciclaje y es misión de las autoridades el facilitarnos la tarea y, si es posible, motivarnos con alguna medida como la de esta ciudad de Indonesia. A los Gobernantes se les llena la boca hablando del medio ambiente, para ellos resulta muy fácil ya que el reciclaje se lo solucionamos en gran medida los ciudadanos gratuitamente. En general los políticos hablan mucho y toman pocas medidas para solucionar los problemas. El hablar es gratis, el implantar medidas cuesta dinero. Si cada vez que mis hijas cogen el autobús me pidiesen un envase de plástico en lugar de dinero para pagar, estarían aprendiendo una lección muy importante.