RENUNCIO



No era inteligente, ni buen comunicador, ni organizado, pero era ambicioso. Había empezado en una sucursal y durante años había aplicado sin éxito para trabajar en la Central de la Empresa. Al final, más por aburrimiento que por otra cosa, le dieron un puesto en Recursos Humanos. Allí empezó a hacerse visible ante la Dirección, a la mínima oportunidad se sentaba durante horas a esperar para hablar con el Director, saltándose a los mandos intermedios que le recriminaban su actitud inútilmente. Llegaba el primero y salía el último, cogía todo el trabajo posible, aunque en la mayor parte de los casos los papeles se acumulaban en su mesa sin resolver. Se hizo famoso por desinformar al resto de empleados en lo que a derecho a permisos se refería ahorrando así dinero a la empresa. Su forma de proceder le consiguió por fin el ansiado ascenso. Para cualquier otro el aumento de sueldo no compensaría el tener que arrastrarse tanto, pero para él aquello era lo más próximo a tocar el cielo. Por fin se le reconocían todos los sacrificios que había hecho por la empresa. Ahora tenía despacho propio, una secretaria competente y un puñado de empleados expertos a los que mangonear a su gusto, a los que recortar derechos y a los que dar órdenes, a pesar de que él no sabía en muchas ocasiones lo que se traía entre manos. Al mes de su ascenso a su secretaria le ofrecieron un puesto en una sucursal y lo aceptó. En la actualidad de los empleados que había en el departamento cuando el cogió la jefatura sólo quedan dos, el resto han cambiado de puesto. Hoy por la mañana cuando ha llegado a su despacho se ha encontrado sobre la mesa un periódico abierto en el que reza el siguiente titular: “Según un informe del Equipo de Organizaciones y Personas LLORENTE Y CUENCA, el 75% de los trabajadores no dejan su trabajo,  sino a su jefe".

Additional information