LA NORMALIZACIÓN DEL CHANCHULLO




En los últimos días ha salido en los medios de comunicación el caso de un científico español al que le han retirado siete u ocho artículos de una revista científica americana. Para los que no hayan oído hablar del tema, ahí va un breve resumen de la polémica que ha surgido. En la Universidad de Oviedo hay un bioquímico que con casi una treintena de becarios secuencia material genético de diversos organismos y enzimas, lo de secuenciar es algo así como traducir de una lengua a otra. Cada vez que termina uno de sus trabajos aparece inmediatamente en la prensa española como otro gran descubrimiento llevado a cabo por el bioquímico en cuestión, de hecho su nombre y su fotografía son más conocidos que los de cualquier otro científico español y eso que hay miles. Si secuencia el material genético de una tortuga muy anciana, según el titular, ha descubierto el mecanismo de la longevidad, y así uno tras otro. Sus ganas de popularidad han sido pues evidentes desde siempre y como crédulos hay a puñados le han llovido entrevistas, premios, invitaciones a conferencias...Tanto descubrimiento a bombo y platillo, y tan de continuo, siempre me llamaron la atención, y por eso no me sorprendió el que hace unas semanas se publicase la retirada de una serie de artículos por irregularidades. Ya lo dice el refrán: “Mucho y bien no hay quien”. Si además pasas más tiempo en el photocall que en el laboratorio, la falta de rigor no tiene nada de sorprendente. No le di más importancia al asunto, hasta que empezaron a salir científicos y políticos defendiendo al susodicho y hablando de una campaña de acoso. Eso ya me empezó a mosquear. El propio científico había reconocido los errores en los artículos de su laboratorio (cuando se trataba del descubrimiento siempre era suyo, los errores en cambio eran del laboratorio en conjunto). ¿Cómo es posible entonces que un amplio sector de la sociedad se vea tan ofendido por lo que ha sido una retirada justa? Hubo quien llegó a apuntar que la revista americana había retirado los artículos porque le habían dado una cátedra a un amigo del científico en detrimento de otro candidato.
En EEUU a quién le den una cátedra en una Universidad Española les importa menos que nada. La ciencia española no puede competir con la americana ni de lejos, así que no somos alguien por quien se molesten en ponerse a revisar artículos de hace dieciocho años.
El rigor científico y, en general en cualquier otro trabajo, es algo que existe en otros países, y donde no se pasa ni una. En España tenemos a un tío majo que investiga, con carisma, con gancho, guaperas ... y da igual que haya modificado unas fotos, que falten datos numéricos o que haya puesto paneles de otras publicaciones para un artículo científico. No sólo da igual, sino que con un atrevimiento que da miedo, hay quien se lanza a defender lo que incluso el propio autor ha reconocido, según sus propias palabras, un fallo que no debería haber ocurrido. Un político ha llegado a llamar incompetentes a los que osaron retirar los artículos, es lo que tiene el hablar sin pensar.
Hemos llegado a un punto en que vivimos de apariencias y lo importante es tener buena prensa. Hay que saber venderse, aunque lo que vendamos sea humo. Si alguien descubre el chanchullo con decir que nos tienen manía salimos del paso. Plantearnos que no hemos trabajado lo duro que deberíamos no entra en nuestros planes. Si te han reconocido un par de Universidades, te han dado algún que otro premio y tu nombre ha salido nombrado mucho (esos son los argumentos para defender al científico en cuestión) ya no se puede cuestionar tu valía.
El que conozca la Universidad Pública Española hoy en día y su funcionamiento, sabe perfectamente que no son precisamente los mejores los que permanecen en su nómina, sino los que tienen vínculos familiares o políticos que les dan acceso a un puesto bien remunerado por trabajar unas horas. Los becarios y otros profesores con contratos basura son los que curran más y por menos dinero. Está así montado y así seguirá, que organizar el chiringuito les ha llevado unos cuantos años y no va a ser fácil desmontarlo.
En España pasamos de tener un dictador a una democracia y creímos, inocentemente, que ya eramos como los ingleses, por citar un ejemplo. Las estructuras de nuestra sociedad siguen siendo caciquiles, ya sea en la ciencia, la política, la sanidad, la justicia... en todas ellas se encuentra el medio adecuado para que vivan bien unos pocos, engañen a muchos y, de paso, coloquen a amigos y familiares. Y, eso sí, que a nadie se le ocurra meterse con uno de los suyos, al margen de la tropelía que lleve a cabo.
Todo esto se deduce del caso de un científico al que le retiraron unos artículos escritos hace dieciocho años, que en todo este tiempo tuvo ocasión de enmendar, no lo hizo y  todos los que salen en su defensa lo único que hacen es quedar en evidencia, porque les podría haber pasado a cualquiera de ellos en su labor. En definitiva, falta rigor y honradez y sobra cara dura.

 

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