MIEMBRAS Y MIEMBROS

               
Jóvenes y jóvenas, miembros y miembras… ¿a qué se debe estas patadas al lenguaje? Aunque fue la ministra de igualdad del presidente Zapatero, Bibiana Aído, la que por un error metió lo de miembras en un discurso en el Congreso, previamente, la que había sido mujer de otro presidente, Felipe González, Carmen Romero, ya había utilizado el vocablo inexistente jóvenas. Es curioso que esta moda que hace que estos días tengamos que oír palabras inexistentes, la comenzasen precisamente políticos. No digo políticas porque también el ministro de economía Montoro saludó a los miembros y miembras del Congreso en el primer pleno de 2012, y la gramática castellana abarca con el término políticos a hombres y mujeres, resulta por tanto fútil escribir constantemente el término masculino y femenino. A esta conclusión han debido llegar también los miembros del partido político de Pablo Iglesias que para ahorrarse la molestia de decir “Unidos y Unidas Podemos”, han optado por quedarse con la versión femenina, “Unidas Podemos”, lo que debería ser visto como una gran ofensa por sus miembros, que no por sus miembras.
Pero ya que estamos en esta reivindicación lingüística, para ser justos, no basta con decir miembros y miembras, jóvenes y jóvenas... Para ser realmente igualitarios habría que nombrar un 50% de veces en primer lugar el término masculino y otro 50% de veces en primer lugar el término femenino, ¿se han percatado ustedes que siempre se pone en primer lugar el término masculino? Resulta de un machismo insoportable. Si para obtener la igualdad entre sexos fuese tan fácil como escribir las palabras de uno u otro modo, el problema de la desigualdad habría dejado de existir desde 1997, año en el que la diputada Carmen Romero acuñó el término jóvenas.
Estos gestos con los que nos regalan el oído los políticos son sólo eso, gestos. El problema de fondo de la desigualdad no se soluciona, ni siquiera mejora con estos gestos. Hace poco mi madre tuvo que ir al médico por una subida de tensión arterial. En el centro de salud le tomaron la tensión y le indicaron que si tenía tensiómetro en casa debería medirse la presión sanguínea y anotar los resultados tres veces al día. Le dieron pues una hoja en la que le explicaban lo que debería hacer. En la parte inferior del papel le indicaban a quién debía entregar los resultados anotados: al enfermero/a del centro y en su defecto al médico. Y aquí está el quiz de la cuestión, escribir masculino y femenino es sólo un gesto. Al que redactó ese documento (un impreso oficial sellado por la Consejería de Salud) y a todos los que lo supervisaron o, simplemente lo leyeron, les delata su subconsciente, pues consideran prudente tener en cuenta a los hombres que desarrollan tareas de enfermería, a pesar de que son inferiores en número a las mujeres que desarrollan dicha labor; sin embargo, y a pesar de que en los últimos años las plazas de MIR se las llevan mayoritariamente mujeres, en el puesto de médico su cabecita les dice que sólo hay hombres.
Sólo vemos gestos, los sindicalistas piden igualdad en el trabajo para hombres y mujeres y ¿cuántos líderes sindicales son mujeres? Ninguna. El presidente Zapatero formó un Gobierno en el que predominaban las mujeres por aquello de la igualdad, hasta creó un ministerio con ese nombre y, en cambio, en la investigación periodística realizada sobre su vida por José García Abad para su libro “El Maquiavelo de León”, al preguntar a alguna de estas ministras reconocían que las trataba como a un trapo.
La gramática anglosajona no distingue en el plural entre femenino y masculino, para nuestro “ellos y ellas” tienen un único término “they”. ¿Acaso las mujeres angloparlantes se han visto beneficiadas por este detalle en la persecución de la igualdad entre hombres y mujeres? No, han tenido que luchar con todos los medios a su alcance para ir ganando derechos. Así que no nos dejemos engañar por estas ocurrencias de político mediocre que se cree que con cambiar la terminación de una palabra está haciendo gran cosa a favor de la igualdad entre unos y otras.

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