MEDIOCRES, MEDIOCRES

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Si en este momento te estás preguntando ¿cómo es posible que los que están por encima de mí en el sistema productivo parecen no saber nada y no resuelven casi nada? Por fin alguien te da una explicación, Alain Deneault, un filósofo canadiense que ha escrito un libro titulado "Mediocridad". Y es que ahí está el quid de la cuestión, nuestra sociedad ha evolucionado hasta situar a los mediocres al frente. Los líderes de antaño que gozaban de espíritu crítico y de una visión de altura han sido desplazados por monigotes que en todo momento se ajustan al orden establecido. Para cumplir con su cometido llevan a cabo especificaciones absurdas que no se cuestionan, entre otras cosas porque no están capacitados para ello.
Mediocridad según nos explica este filosofo significa promedio, si se potencia el promedio se favorece el control. El mediocre es la media de la población, por debajo del mediocre está el incompetente, este puede que no funcione, y, por encima está el competente, este puede tener buenas ideas, cuestionarse el orden establecido y esto no interesa. El sistema productivo descubrió entonces al mediocre, este es perfecto para que nada cambie, este es predecible y no se va a cuestionar las órdenes que reciba por estúpidas que parezcan. Todos los trabajadores que estén a las órdenes del mediocre deberán producir como medio de subsistencia, pero sin dar problemas. Dejemos que las cosas sigan del mismo modo, aunque no funcionen todo lo bien que deberían cumplen con su objetivo de mantener el orden preestablecido.
Alain Deneault apunta a que la población en conjunto nos merecemos algo mejor y, por lo tanto, debería haber una revolución, pero, ¿quién la llevará a cabo? La Universidad es parte del sistema que fomenta la mediocridad, de ella ha desaparecido el pensamiento crítico. Los estudios que se realizan están financiados por multinacionales y los poderes públicos, principales impulsores de un sistema que quiere trabajadores en serie, reemplazables, que no den problemas. Así pues, nuestros jóvenes ya salen bien aleccionados:  no estés orgulloso, no seas ingenioso, no des muestras de soltura, no te apasiones, evita las buenas ideas, no reflexiones; en definitiva, si quieres triunfar métete en el cajón de los mediocres.
Tenemos jefes mediocres, políticos mediocres, una administración mediocre, un presidente mediocre…es el triunfo de la mediocridad. La cuestión es que si todo fuese como la seda podríamos permitirnos esta mediocridad institucionalizada, pero las cosas no van bien. Existen cada vez mayores desigualdades, hay problemas medioambientales de gran repercusión, se cometen flagrantes injusticias a la vista de todos y, lo más evidente, la clase política que debería tener una visión y guiarse por unas convicciones es mediocre a ojos de la mayoría de la población ¿Habrá alguien que señale con el dedo a tanto mediocre y exija un cambio a todos los niveles? Para eso tiene que existir un desencadenante, Alain Deneault apunta a la crisis ecológica en la que estamos inmersos. Esperemos pues por ese tsunami que se lleve por delante tanto mediocre.