SENTIR LA COMUNIDAD

   

España es el caos.
Lo es normalmente, y en esta pandemia mucho más.
El caos surge porque cada uno mira por sus intereses . El que mi vecino mire por los suyos le lleva a tener veinte barras de pan en casa en una semana, a pesar de vivir solo, porque ir a la panadería es la única manera de saltarse el confinamiento. El que mi vecina haga lo que ella cree que conviene a sus intereses le lleva a pasear a su perro una media de seis veces al día, aunque con eso se ponga en riesgo ella y a otras personas. Comportamientos que observamos estos días y que, además, sacan a relucir esa faceta tan nuestra que es la búsqueda del modo de saltarnos la legalidad . Llegamos a pensar que el que no lo hace es un lerdo, los espabilados siempre encuentran el modo. A nivel individual esto es lo que se observa, el problema está con los que toman decisiones a nivel colectivo, los políticos. Estos miran por sus intereses particulares, y también suelen buscar el modo de saltarse las leyes a la torera.
Efectivamente, en España no se sabe mirar por la colectividad. Todos nosotros hemos estado en algún momento de nuestra vida en una reunión de vecinos. A la hora de hablar del tema que sea, la tónica imperante es la de defender el interés personal a capa y espada. Resulta extremadamente difícil llegar a tomar decisiones que satisfagan las necesidades de la comunidad, porque no somos capaces de pensar como colectividad. El caso más extremo que recuerdo es el de los ancianos que viven en la capital, que no pueden pagar la comunidad, y a los que se les impide acceder al ascensor mediante un bloqueo. El sentido de comunidad que existe en otros países es inexistente en nuestro país.
Nuestros políticos han salido de estas comunidades de vecinos. La mayoría busca su interés personal y, como mucho, el de su partido, que es el que los mantiene. Los problemas de la comunidad no son vistos como un objetivo a resolver, sino como una excusa para seguir siendo necesarios. Si las comunidades con ancianos insolventes solo tienen en mente la liquidez de la cuenta corriente, sin preocuparse de los problemas de sus vecinos, nuestros políticos buscarán una salida airosa a la enorme crisis que se nos avecina, sin ni siquiera intentar resolver los terribles problemas con los que se va a encontrar gran parte de la población.
Aprender a mirar por la comunidad es un reto educativo que no hemos conseguido. Hemos enfocado la educación en la competitividad, creyendo que así seríamos más europeos, sin inculcar el sentido de comunidad que vemos en otros países. El resultado es palpable en los centros de trabajo, donde las luchas son individuales y no en busca de un objetivo común. La buena noticia es que, aun así, en ocasiones nos encontramos con españoles que venciendo esta tendencia ayudan a sus congéneres, y hacen de este país un lugar más habitable.

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